Throwback to Galicia / by Eva Cazorla

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  • 124 kilómetros en coche

  • 4 buses y las ganas de que nunca se detuvieran

  • 2 aviones

  • 6 bocadillos de pan con tomate

  • 1 taxi

  • 13 cafés con leche

  • 1 robo de bufanda

  • 40 sonrisas

  • 25 “putain”

  • 9 días de lluvia

  • 4 encuentros con emprendedores

  • 3 días de confinamiento

  • 1 tatuaje

  • 1 roadtrip

  • 110 Fotos de surf

  • 1 resaca

Viajar, ante todo, para aprender.
Aprender a conocerse, a desenvolverse, a superarse. Viajar sola para domesticar la soledad, amarla, abrazarla y encontrar la paz interior. Esa calma, ese equilibrio inestable y sutil entre el sosiego y la serenidad. Superar miedos, enfrentarse a lo desconocido, manejar situaciones nuevas, confiar en una misma, vivir el día a día. En mi camino me crucé con algunas personas, en su mayoría hombres.
No entendían por qué una mujer de 24 años viajaba sola; sentía esa incomprensión extraña en sus ojos.

« El barco está seguro en el puerto, pero no fue para eso que se construyeron los barcos. »
— Paulo Coelho - El Alquimista
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