124 kilómetros en coche
4 buses y las ganas de que nunca se detuvieran
2 aviones
6 bocadillos de pan con tomate
1 taxi
13 cafés con leche
1 robo de bufanda
40 sonrisas
25 “putain”
9 días de lluvia
4 encuentros con emprendedores
3 días de confinamiento
1 tatuaje
1 roadtrip
110 Fotos de surf
1 resaca
Viajar, ante todo, para aprender.
Aprender a conocerse, a desenvolverse, a superarse. Viajar sola para domesticar la soledad, amarla, abrazarla y encontrar la paz interior. Esa calma, ese equilibrio inestable y sutil entre el sosiego y la serenidad. Superar miedos, enfrentarse a lo desconocido, manejar situaciones nuevas, confiar en una misma, vivir el día a día. En mi camino me crucé con algunas personas, en su mayoría hombres.
No entendían por qué una mujer de 24 años viajaba sola; sentía esa incomprensión extraña en sus ojos.
“« El barco está seguro en el puerto, pero no fue para eso que se construyeron los barcos. »”