DOSNINOS
La mousse de mi café con leche es el reflejo de lo que siento en este instante: un impulso de libertad, suave y cremoso, que llena mi mente errante. Nueva página, nuevo capítulo de mi vida, siento que estoy donde debo estar. Esta sensación es mágica. Qué curioso cómo la vida nos regala momentos intensos de felicidad. Escucho, oigo el canto de sus olas tan poderosas. Es increíble. La belleza de un paisaje que embriaga, las heridas, los miedos, las lágrimas están ahí y llenan mi corazón al mismo tiempo que me construyo. ¿Quién soy más que una joven europea en busca de sí misma a través de Galicia? Me duele, y sin embargo sonrío, porque sé que estoy viva. El sol se pone, me siento tan sola y aprovecho para hacer las paces conmigo misma antes de hacer el amor con mi alma. El orgullo de un instante en que has logrado vencer tus miedos: te construyes. Paralizada por la belleza de las olas que rompen ante mis ojos, pulso pausa, una vez más, cierro los ojos y capturo el instante. La efervescencia de un momento tan efímero. De repente, veo un perro que corre frente a mí, con el pelo al viento. Me da la impresión de que sonríe. Me encuentro sola en esta playa. He venido a encontrar respuestas a mis preguntas. Miro las mareas, fascinada por estas rompientes increíblemente poderosas, y vuelvo al albergue. Ironías del destino: estoy completamente sola en una casa de 600 m² sin calefacción ni agua caliente. Sola en mi dormitorio de 10 camas, me siento bien. Mi corazón llueve, pero ahogo la tormenta explorando este rincón del paraíso. Pienso con la mente en blanco, intentando comprender este extraño mundo en el que me muevo.